El segundo
principio hermético sobre la correspondencia indica con entera claridad la
característica esencial de la manifestación natural en todos sus planos de ser
tal y cuál lo es aquel visible a nuestros ojos en el mundo físico cuando
establece <>
(Trimegistro. Pág. ) indicando de esta manera que lo que se aprecia con los
sentidos físicos es un reflejo exacto de lo que es la naturaleza en su
totalidad. Un acto tan sencillo como observar indicaría por tal principio que existiría
una realidad que también observa y se refleja. La presencia de piernas nos
indica por ejemplo la posibilidad de un camino tanto físico como uno emocional,
mental, volitivo, anhelante y realizador. Si para trasladarnos a un punto
físico necesitamos de nuestros miembros inferiores y de un sendero, para lograr
un estilo necesitamos de un gramado y de un aquello a dónde llegar por
correspondencia. La historia de la arquitectura y de los distintos campos del
conocimiento como se los conoce en la actualidad están llenos de tal necesidad
de traslado y de un objetivo anhelante que varía según la postura del
investigador que en un caso ha versado en la ruptura de paradigmas y
desplazamientos como bien lo indica Peter Eisenman al decir:
<<Toda la arquitectura que conocemos a la
largo de historia ha sido un discurso crítico. La arquitectura requiere el
desplazamiento de las convenciones, por lo tanto es crítica. La historia de
cualquier disciplina es sobre el desplazamiento de convenciones>> (Eisenman.
Pág. 1)
Podemos
observar como las palabras usan a Eisenman para definir su necesidad de
versarse sobre lo conocido al decir para enarbolar una
postura crítica sobre ello al determinar personalmente que y que esta postura es tal que es necesaria para y
necesitada de acciones que permitan como si de una camisa de
fuerza se tratara para delatar aquello mismo y poder moverse a manera de semper
sobre los hechos habituales o capacitándose a sí mismo
para establecer un anacronismo. Resulta cierto tal postura que lo llevó a
estudios sobre las plantas arquitectónicas de edificaciones renacentistas para
conocer la secuencia de usos de volúmenes, planos y líneas en su estética para
luego con postura crítica desplazar estos elementos geométricos con el semper
de la sobreposición y hacer un nuevo
estilo racional de diseño que ha influido directamente en el mundo del diseño
arquitectónico que trabaja especialmente en la morfología de los hechos edilicios
restando importancia a los demás aconteceres del ánima de una edificación. Un
ejemplo maravilloso de su acción de conocer-desplazar-sobreponer es la de 1969 en Lakeville, Connecticut.
Para
Eisenman existe una necesidad personal acuciante como lo es habitual en los
arquitectos procedentes del período moderno de la arquitectura de sostener sus
propuestas dentro de algún tipo de racionalidad que encuadre sus desplazamientos
hacia un canon clásico. Parten entonces de una convención, de un dogma para
luego convertirlo nuevamente en una convención. Es la trampa de la
racionalidad.
Otra
postura de investigación de lo estético es aquella que Adolf Loos delata en sus
relatos de la vivencia artística en Viena a inicios del siglo XX en
circunstancias que toda Europa buscaba una identidad definida para cada nación cuya
materialidad se encontraba enfrentada a la vulgarización que la
industrialización causaba al provocar la pérdida de los valores artísticos como
de manera similar en nuestra época ha causado la globalización. Dice entonces:
<<De
nuevo, alguien que no trabaja con los usuales lugares comunes arquitectónicos sino que busca
--y consigue--, con la ayuda de los materiales, efectos nuevos,
insospechados>> (Loos. Pág. 42)
Para Loos
no es de extrañar que se logren novedades pues es algo natural lograrlo cuando
no se siguen los de composición estéticos. Para él es
imprescindible el trabajo que busca, la postura de investigación de asomo cuya
ventana son los materiales, que inevitablemente llevan a un final feliz. Su
discurso entonces nace de aquella eterna búsqueda de lo propio identitario que
da rienda suelta al material como elemento de pertinencia. Claro para las luces
contemporáneas todo era parte de un gran debate mundial sobre la industria vs
la artesanía pero importante es observar que la estética en su esencia es el
identitario que todos quieren establecer. La trampa de tal discurso es querer
algo para sí aunque Loos se divierte en el logro, en lo insospechado. Aquí lo
que existe es una acción sin imitar.
Como
podemos observar la investigación estética es el claro resultado de la postura
del investigador, quién influenciado por los modos de manifestación de su
existencia, hace avances por sobre lo existente sin hacer una imitación,
avances que tienen que ver con su capacidad de desprendimiento de las
convenciones, delatándolas como en el caso de Eisenman para soportarlas con
nuevos alcances y logrando de a poco efectos insospechados como lo indica Loos.
Aún así nos queda en el tapete del enjuiciamiento el camino que occidente ha
dado a esta investigación que siempre tiende a sostener la individualidad
personal o nacional dejando de lado la importancia de aportar en el ser humano
eso que es dable llamar consciencia y que ciertas obras maestras permiten
despertar en el observador.
<<Nunca en la ya larga historia cultura de Occidente se había escrito
tanto sobre arte como en nuestros días, ni existieron jamás tal cantidad de
artistas; paradójicamente nunca el entorno físico diseñado por el hombre había
sido tan antiestético. El arte occidental, como otros aspectos de nuestra
cultura, ha caído en el mecanismo del sistema económico materialista, donde la
eficacia y el funcionamiento prevalecen sobre la belleza y la calidad. El arte
de hoy, controlado por el incentivo del beneficio, no puede desempeñar la
función social que siempre ha tenido: hacer consciente el subconsciente, abrir
las puertas de la percepción y dar forma expresiva a los grandes temas que
preocupan a la sociedad en cada generación>> (Racionero. Pág. 3)
Racionero
expresa maravillosamente tal dejo que el modo de investigación occidental
tiene, ese sesgo mecánico del arte y de la arquitectura que fue labrado en la
primera mitad del siglo XX y que fue puesto en burla en la segunda; un sesgo
que ha llevado a la estética al borde existente entre la verdad y lo falso. Lo
bello no interesa en el sentido moral de la acepción sino aquella connotación
que hace que lo que existe tanto en el arte como en la arquitectura sea a todas
luces bastante cercano al error y a la falsedad y no a la verdad o a aquello
que hace del ser humano un ser consciente un ente energético capaz de
materializar sin imitar. Aquellas posturas negativistas que Adorno nos muestra
del arte y por extensión de la filosofía y que convierte a los artistas en exaltadores
de las rupturas, lo emergente, lo no convencional con el único fin de hacerlo,
han convertido a la estética en un ente con síntomas de enfermedad más que de
sanidad. Veamos el caso de las ciudades contemporáneas cuya estética producto
de las alegorías anacrónicas de arquitectos y urbanistas posmodernistas de la
segunda mitad del siglo anterior han causado una destrucción de la verdad al
imitar la estética histórica a discreción como el caso de la comunidad Seaside
en Florida en Estados Unidos que someten a los usuarios convencidos de vivir en
un paraíso a una vida entre murallas medievales de condominios privados con
guardias de seguridad y grandes cerramientos que los vuelven esclavos de un
sistema cuyo esquema se replica en las ciudades funcionalistas cuyas calles y
avenidas no hacen sino encarcelar la actividad social y destruir la comunidad
humana que deja de serlo para convertirse en una sociedad de producción. La
estética no reclama un camino, una búsqueda, es el ser humano que quiere la
verdad en los actos estéticos, no simples réplicas que pueden o no evidenciar
algo racionalmente. Podemos mirar algo a este respecto con el trabajo del
arquitecto Rem Koolhaas en la Biblioteca Central de Seattle proyectada en 2004
y cuya espectacular metodología de diseño racional funcional sometió a la
morfología del edificio a algo irracional, una contradicción predilecta por el
arquitecto Koolhaas que nos habla de una exaltación del pensamiento moderno
racional y a la vez una destrucción del mismo con su materialidad. La estética
llevada al campo de lo moral de ser o no ser bello. La estética reclama un
posicionamiento distinto.
Seaside
Biblioteca
Central de Seattle.
Atentamente
Erick Bojorque Pazmiño