Descripción.
Clement Greenberg, en su ensayo “Arte y Cultura” de
1939 se toma a cargo analizar las implicaciones estéticas, sociales y
culturales de la postura ideológica de la “vanguardia” y la dicotomía “kitsch” como quién tuviera a cargo
hacerlo, de resultas de admirarse en lo que “la misma civilización produce
simultáneamente dos cosas tan diferentes” (Greenberg: 15), derivando su ensayo
en una suerte de confrontación tamizada cuyo juez es su misma presencia y el
acusado a salvas, el kitsch. De la misma manera sin serlo en forma, Hal Foster,
en su ensayo “La Posmodernidad” de 1983 se toma a cuestas encontrar “si existe”
(Foster: 7) la llamada posmodernidad a través de distintos ensayos de varios
autores que comparten la “misma preocupación” (Foster: 16) y cuyo desenlace es
la rúbrica de la “antiestética” (Foster: 16) de resistencia.
¿Cuál el discurso de
Greenberg?
Claramente la postura del discurso de Greenberg es político por cuanto
posiciona la vanguardia del arte desde el deseo de una élite del “pensamiento
científico revolucionario” (Greenberg: 17) autoimpuesta que proclama una “cultura
verdadera” (Greenberg: 24) que el kitsch pone en “detrimento” (Greenberg: 24)
con poco y casi nulo valor estético y cultural, ubicando al lector en uno de
los dos bandos y dejando claro que el del otro, el kitsch, es el que tiene
posibilidad de hasta convertirse en un medio de dominación por parte de las
cúpulas gobernantes, pues “allí donde un régimen político establece hoy una
política cultural, lo hace en bien de la demagogia” (Greenberg: 31)
Es una verdad manifiesta que en el discurso de Greenberg el arte del
siglo precedente tomó dos caminos bastante semejantes en cuanto al lugar de su
producción pero completamente distintos en cuanto a la audiencia a la que
llegaba. Por un lado los entendidos del argot artístico y técnico y por otro el
grueso de la población industrial y citadina. Ninguno cedía su posición ante la
ola económica y política que el arte y su expresión tomaba. Había que entablar
un discurso de bandada “o estás conmigo o no lo estás” en detrimento de los
opuestos, produciendo esto un supuesto especulativo que efectivamente tuvo su
lugar en la historia posterior en la seducción de las masas a través de las
lecturas artísticas populares o kitsch de dominación.
¿Cuál el discurso de
Foster?
El discurso de Foster no se enreda proponiendo contras
al modernismo sino que ha “desarrollado un pensamiento crítico en el que el
concepto de posmodernidad no se opone al proyecto moderno, sino que lo
deconstruye para mejor reconstruir la historia de las vanguardias” (Casas:
2007) en un discurso alternativo que lo define como antiestética o una “crítica
que desestructura el orden de las representaciones a fin de reinscribirlas”
(Foster: 16). No define el Kitsch sino que lo iguala a la academia
universitaria y los acusa de “oscurecer la cultura” (Foster:8)
Análisis y contraste.
Para analizar los discursos planteados tenemos que
entender los puntos de quiebre entre arte y cultura desestimando los momentos
históricos dando “cuenta de todos los
elementos que lo constituyen” sustituyendo “la creación por el acontecimiento,
la unidad por la serie, la originalidad por la regularidad y, por último, la
significación por la condición de posibilidad” (Miramón: 57) evidenciando ¿qué tensiones generaron los autores? ¿qué tensiones
ya se estaban produciendo? y ¿a quienes deseaban motivar?
Creación-acontecimiento: Para Greenberg el ensayo se constituyó en el
instrumento de tensión, tensión que nacía de sostener su propia ideología
política y por tanto en contra de, para direccionar el acontecer artístico que
se veía fuertemente sometido por la cultura social industrial que se imponía en
el mundo entero, el kitsch. La creación de la tensión élite-popular prendió la
llamarada de reacción y no de resistencia.
Para Foster la duda tensiona el medio artístico:
¿existe posmodernismo?. No se crea nada, no se absuelve a nadie. El modernismo
queda vigente y su manifestación resaltada por la antiestética. El kitsch como
otras tendencias solo trata de oscurecer lo moderno o de argumentar lo
posmoderno.
El kitsch es tomado de distinta
manera por los autores en su acontecer. Para el primero es la nota clave de la
ruptura de arte y cultura; mientras que para el siguiente es un grano de arena
más en el devenir lo moderno.
Unidad-serie: Para Greenberg debía existir una unidad artística y
cultural representada por la ideología, por el pensamiento científico
revolucionario direccionado hacia la producción estética de vanguardia. La
seriación artística y popularización cultural del kitsch quebraban el canon
hasta ese entonces entendido.
Para Foster la unidad es lo moderno, tanto así que la
posmodernidad la entiende en un caso como de “resistencia y otro como de
reacción” (Foster: 11) ante el modernismo, en uno deconstruyéndolo y llamando
al posmodernismo kitsch; y en el otro elogiando lo posmoderno como popular.
El Kitsch para ambos
autores es la medida del desencanto, es la piedra de tropiezo, es la serie de
elementos culturales y sociales que políticamente rutean el arte fuera del
canon, en caso de Greenberg de lo ideológicamente verdadero y en caso de Foster
de lo moderno.
Originalidad-regularidad: Para Greenberg su discurso no hacía hincapié en la
originalidad de la vanguardia sino en la regularidad del kitsch.
Para Foster lo posmoderno entendido como kitsch no
abarca la originalidad de su discurso sino lo despectivo de un arte que no se
considera “cultura propiamente dicha” (Foster:11). Su discurso se regula por la
aparición de una tendencia propuesta que abarca todas los pensamientos que
refieren en sus argumentos al posmodernismo, la antiestética.
El Kitsch no es algo original
en ambos autores. Tampoco es la panacea de sus ensayos. Toma originalidad por
la presencia que ellos le permiten en su contexto. Es el chivo expiatorio de
sus males. En Greenberg lo decadente, en Foster lo no a lugar.
Significación-condición
de posibilidad: Para Greenberg el
kitsch lleva en sí un significado implícito de arte de baja cultura y
apocalipsis político posibilitado por la irrupción del manejo masivo
gubernamental.
Para Foster lo posmoderno kitsch tiene sentido en
cuanto se apoye lo moderno. La condición de que exista lo posmoderno sea según
la antiestética y su capacidad de descomponer la misma modernidad.
El kitsch tiene
significado ante los autores para validar su visión únicamente. La posibilidad
de encontrar su devenir, no depende sino del alcance de sus propias
elucubraciones. La cultura marchará como siempre lo ha hecho sin que nadie
puede sino tratar de entenderla.
Conclusión
Tratar de entender el mundo y lo que pasa en él no es
una condición propia de una disciplina, de una ideología, de un remanente de
discursos. Siempre será atractivo para el intelecto humano. Pero no será más
que eso, especulaciones intelectuales. Se teorice o no se teorice el mundo
girará inevitablemente. Unos quieren entenderlo, otros quieren manejarlo. Greenberg
toma el toro por los cuernos y se desata tarando de manejar el mundo con su
propia inercia…el kitsch. Foster quiere entenderlo y se lanza para ello en una
retórica sintética del posmodernismo. Igual el mundo ha girado inevitablemente.
BIBLIOGRAFIA
Foster,
Hal. La Posmodernidad: Selección y
Prólogo de Hal Foster. Kairós. Barcelona. 1985. Impreso.
Greenberg,
Clement. Arte y Cultura: ensayos críticos.
PAIDOS. Barcelona, 2002. Impreso.
Miramón,
M.A. (2013). Michael Foucault y Paul
Ricoeur: dos enfoques del discurso. La Colmena 78, abril – junio. Página 57.
Casas,
Benigno. “Criticografía del arte contemporáneo”. Discurso Visual, Revista
Digital. Web. Diciembre 2007. 2 de julio de 2014.
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