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jueves, 3 de julio de 2014

Análisis y contraste de los discursos de Greenberg y Foster sobre el kitsch en el arte y la cultura.


Descripción.
Clement Greenberg, en su ensayo “Arte y Cultura” de 1939 se toma a cargo analizar las implicaciones estéticas, sociales y culturales de la postura ideológica de la “vanguardia” y  la dicotomía “kitsch” como quién tuviera a cargo hacerlo, de resultas de admirarse en lo que “la misma civilización produce simultáneamente dos cosas tan diferentes” (Greenberg: 15), derivando su ensayo en una suerte de confrontación tamizada cuyo juez es su misma presencia y el acusado a salvas, el kitsch. De la misma manera sin serlo en forma, Hal Foster, en su ensayo “La Posmodernidad” de 1983 se toma a cuestas encontrar “si existe” (Foster: 7) la llamada posmodernidad a través de distintos ensayos de varios autores que comparten la “misma preocupación” (Foster: 16) y cuyo desenlace es la rúbrica de la “antiestética” (Foster: 16) de resistencia.

¿Cuál el discurso de Greenberg?
Claramente la postura del discurso de Greenberg es político por cuanto posiciona la vanguardia del arte desde el deseo de una élite del “pensamiento científico revolucionario” (Greenberg: 17) autoimpuesta que proclama una “cultura verdadera” (Greenberg: 24) que el kitsch pone en “detrimento” (Greenberg: 24) con poco y casi nulo valor estético y cultural, ubicando al lector en uno de los dos bandos y dejando claro que el del otro, el kitsch, es el que tiene posibilidad de hasta convertirse en un medio de dominación por parte de las cúpulas gobernantes, pues “allí donde un régimen político establece hoy una política cultural, lo hace en bien de la demagogia” (Greenberg: 31)
Es una verdad manifiesta que en el discurso de Greenberg el arte del siglo precedente tomó dos caminos bastante semejantes en cuanto al lugar de su producción pero completamente distintos en cuanto a la audiencia a la que llegaba. Por un lado los entendidos del argot artístico y técnico y por otro el grueso de la población industrial y citadina. Ninguno cedía su posición ante la ola económica y política que el arte y su expresión tomaba. Había que entablar un discurso de bandada “o estás conmigo o no lo estás” en detrimento de los opuestos, produciendo esto un supuesto especulativo que efectivamente tuvo su lugar en la historia posterior en la seducción de las masas a través de las lecturas artísticas populares o kitsch de dominación.

¿Cuál el discurso de Foster?
El discurso de Foster no se enreda proponiendo contras al modernismo sino que ha “desarrollado un pensamiento crítico en el que el concepto de posmodernidad no se opone al proyecto moderno, sino que lo deconstruye para mejor reconstruir la historia de las vanguardias” (Casas: 2007) en un discurso alternativo que lo define como antiestética o una “crítica que desestructura el orden de las representaciones a fin de reinscribirlas” (Foster: 16). No define el Kitsch sino que lo iguala a la academia universitaria y los acusa de “oscurecer la cultura” (Foster:8)

Análisis y contraste.
Para analizar los discursos planteados tenemos que entender los puntos de quiebre entre arte y cultura desestimando los momentos históricos dando “cuenta de todos los elementos que lo constituyen” sustituyendo “la creación por el acontecimiento, la unidad por la serie, la originalidad por la regularidad y, por último, la significación por la condición de posibilidad” (Miramón: 57) evidenciando ¿qué tensiones generaron los autores? ¿qué tensiones ya se estaban produciendo? y ¿a quienes deseaban motivar?

Creación-acontecimiento: Para Greenberg el ensayo se constituyó en el instrumento de tensión, tensión que nacía de sostener su propia ideología política y por tanto en contra de, para direccionar el acontecer artístico que se veía fuertemente sometido por la cultura social industrial que se imponía en el mundo entero, el kitsch. La creación de la tensión élite-popular prendió la llamarada de reacción y no de resistencia.
Para Foster la duda tensiona el medio artístico: ¿existe posmodernismo?. No se crea nada, no se absuelve a nadie. El modernismo queda vigente y su manifestación resaltada por la antiestética. El kitsch como otras tendencias solo trata de oscurecer lo moderno o de argumentar lo posmoderno.
El kitsch es tomado de distinta manera por los autores en su acontecer. Para el primero es la nota clave de la ruptura de arte y cultura; mientras que para el siguiente es un grano de arena más en el devenir lo moderno.

Unidad-serie: Para Greenberg debía existir una unidad artística y cultural representada por la ideología, por el pensamiento científico revolucionario direccionado hacia la producción estética de vanguardia. La seriación artística y popularización cultural del kitsch quebraban el canon hasta ese entonces entendido.
Para Foster la unidad es lo moderno, tanto así que la posmodernidad la entiende en un caso como de “resistencia y otro como de reacción” (Foster: 11) ante el modernismo, en uno deconstruyéndolo y llamando al posmodernismo kitsch; y en el otro elogiando lo posmoderno como popular.
El Kitsch para ambos autores es la medida del desencanto, es la piedra de tropiezo, es la serie de elementos culturales y sociales que políticamente rutean el arte fuera del canon, en caso de Greenberg de lo ideológicamente verdadero y en caso de Foster de lo moderno.

Originalidad-regularidad: Para Greenberg su discurso no hacía hincapié en la originalidad de la vanguardia sino en la regularidad del kitsch.
Para Foster lo posmoderno entendido como kitsch no abarca la originalidad de su discurso sino lo despectivo de un arte que no se considera “cultura propiamente dicha” (Foster:11). Su discurso se regula por la aparición de una tendencia propuesta que abarca todas los pensamientos que refieren en sus argumentos al posmodernismo, la antiestética.
El Kitsch no es algo original en ambos autores. Tampoco es la panacea de sus ensayos. Toma originalidad por la presencia que ellos le permiten en su contexto. Es el chivo expiatorio de sus males. En Greenberg lo decadente, en Foster lo no a lugar.

Significación-condición de posibilidad: Para Greenberg el kitsch lleva en sí un significado implícito de arte de baja cultura y apocalipsis político posibilitado por la irrupción del manejo masivo gubernamental.
Para Foster lo posmoderno kitsch tiene sentido en cuanto se apoye lo moderno. La condición de que exista lo posmoderno sea según la antiestética y su capacidad de descomponer la misma modernidad.
El kitsch tiene significado ante los autores para validar su visión únicamente. La posibilidad de encontrar su devenir, no depende sino del alcance de sus propias elucubraciones. La cultura marchará como siempre lo ha hecho sin que nadie puede sino tratar de entenderla.

Conclusión
Tratar de entender el mundo y lo que pasa en él no es una condición propia de una disciplina, de una ideología, de un remanente de discursos. Siempre será atractivo para el intelecto humano. Pero no será más que eso, especulaciones intelectuales. Se teorice o no se teorice el mundo girará inevitablemente. Unos quieren entenderlo, otros quieren manejarlo. Greenberg toma el toro por los cuernos y se desata tarando de manejar el mundo con su propia inercia…el kitsch. Foster quiere entenderlo y se lanza para ello en una retórica sintética del posmodernismo. Igual el mundo ha girado inevitablemente.

  
BIBLIOGRAFIA
Foster, Hal. La Posmodernidad: Selección y Prólogo de Hal Foster. Kairós. Barcelona. 1985. Impreso.
Greenberg, Clement. Arte y Cultura: ensayos críticos. PAIDOS. Barcelona, 2002. Impreso.
Miramón, M.A. (2013). Michael Foucault y Paul Ricoeur: dos enfoques del discurso. La Colmena 78, abril – junio. Página 57.
Casas, Benigno. “Criticografía del arte contemporáneo”. Discurso Visual, Revista Digital. Web. Diciembre 2007. 2 de julio de 2014.

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