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viernes, 24 de julio de 2015

ARQUITECTURA ENERGETICA CONSCIENTE

El sustento de la materialidad es la energía que le presta vida...
Comunión del conocimiento arquitectónico con el conocimiento energético dimensional.





MANIFIESTO



Buscar el conocimiento es una noble tarea, pero como toda búsqueda denota la falencia. Nunca veríamos a una persona hidratada buscar con ahínco agua, lo que no ocurre con quién la tiene en suficiencia en su interior. El conocimiento es inalcanzable por mera teoricidad y empirismo. Más sencillo es conseguir un dolor de cabeza, que el conocimiento a través de sofismas. Fácil es entender cómo se da y en dónde se genera el conocimiento, pero muy distinto es hacerlo para sí; es decir si quiero conocer un nuevo lugar, el conocimiento se da visitándolo y se genera con todos los empachos que la travesía nos puede dar, pero no necesariamente eso implica que he generado un conocimiento tal del sitio en mi. Haría falta que no solo visitara, sino que viviera por algún tiempo razonable en él, haciendo rutina y explorando sus nimiedades; y aún así no tendría un conocimiento cabal sino el conocimiento con la medida que quiera para mi, el conocimiento que me sea pertinente y que en otro instante quiera nuevamente retomarlo, tendiendo el conocimiento ha ser la expresión de mi inquietud satisfecha, aceptada. En la investigación científica, por ejemplo, se parte equivocadamente del hecho de que el conocimiento tiene un fin en sí mismo, el de conocer por conocer. La expresión es el más. Más conocimiento, más investigación. Un uroboro sin fin que no termina de satisfacer una inquietud sino que derrocha preguntas. Podríamos asemejarlo a una raíz que se engorda a expensas de una fuente de agua que la mantiene así. Esa fuente en la actualidad es el mercado y el consumo global. Mientras la fuente está, no hay problema, no hay reflexión, no existe sino el derroche del engrosamiento, pero cuando la fuente se seca, entonces las otras raíces que en algún momento de la orgía se echaron a perder, se elevan al punto de necesarias y tal vez de indispensables pues su avance estaba direccionado hacia mejores fuentes. No existe conciencia en conocimiento, sino la inconsciencia del avance, de la producción, del mercado. Conciencia en el conocimiento es indispensable si se quiere comprender a cabalidad el cómo se genera, el dónde se genera y el beneficio de tal generación de conocimiento. El conocimiento usado para lo dañino es inaceptable. El conocimiento que hiere el libre albedrío del prójimo es a todas luces falta de consciencia, con lo que podríamos decir que el conocimiento está por fuera de los valores morales y éticos, simplemente es. Es el investigador es quién hará consciencia del conocimiento para extraer su verdad o para extraer de él su error.
El conocimiento no es dádiva de un misterioso ser, sino la libre expresión de la vivencia exquisita del instante y de la observación con atención tanto del exterior o del mundo, como del interior o de los juicios de la propia alma, del ánima personal, que compromete o vivifica un conocimiento de manera particular, siendo la medida del mismo y la única posibilidad de su cristalización. El conocimiento no es el resultado de una búsqueda sino el libre emponderamiento del intuitivo investigador. Harían mal los cientistas entonces en querer medir, catalogar, instrumentar el conocimiento que como el agua se les escurriría de entre los ya que no habría fórmula matemática cuya suma nos dé como resultado tal o cual conocimiento. La mano de la observación atenta y la copa de la intuición hacen posible beber del conocimiento.
Como el conocimiento no es ala de un solo pájaro, el ser humano cualquiera puede asirlo, beberlo y tomarlo, ya que siempre ha existido, pues los eventos naturales se han dado y se dan a diario sin que medie la intención de un investigador por encontrar su causa aunque se recurra a la contemporánea tecnología, siempre están. No es algo meticulosamente escondido. Lo que si se requiere es el desarrollo del investigador no en términos de preparación empírica, sino de la astuta e inteligente observación dirigida y el constante mejoramiento interior.
Vale la pena ser claros en este punto, pues es innegable que la forma de ver el mundo de una persona cuyo temperamento es explosivo es completamente distinta al de una persona tranquila. Al ser las cosas así, el conocimiento depende exclusivamente de la percepción del observador y por tanto es completamente particular e infinita.
Si el investigador es la causa a priori del conocimiento, variados serían los senderos del mismo. No se podría hablar entonces de un único sendero, de un único camino, de una única técnica magnífica para aprehender el conocimiento. Es más es completamente saludable entender que cada investigador ha de encontrar su forma de conectarse y extraer conocimiento, digamos así, de una fuente universal, que también sería una entre muchas. Dependería de las inquietudes personales, tal tarea.
En el caso de los arquitectos y su amada arquitectura, el conocimiento naturalmente se extrae a través de la observación directa, atenta y dirigida de las edificaciones, de sus patologías de sus beneficios; o de los conglomerados de edificaciones como son las urbes y las ciudades y pueblos, sectores y barrios; y del auto conocimiento constante por parte del arquitecto para tomar uno u otro camino. Esto se lo vive a diario en la profesión. Grandes arquitectos han tomado su saber de instantes de su vida y han sabido expresarlo con genialidad. Pero esa genialidad no ha sido tomada por los cientistas como conocimiento sino como creatividad. Para el mundo académico el conocimiento ha de ser tal mientras existan seguidores, mientras existan leyes matemáticas que lo regulen, pero en arquitectura tal hecho es tan inadecuado como lo es el plagio.
En arquitectura este acceder al conocimiento a través de la observación dirigida, de la atención plena, sin identificación en los acontecimientos edilicios o urbanos, permite que el arquitecto se mantenga en la neutralidad autoestructurante de conocer lo que es dable de conocer y autopoiética de usar lo conocido para obtener un conocimiento interno y profundo. Dicha observación se logra viviendo cada instante, cada momento, el presente sin ensoñaciones, sin prenderse de los prejuicios y preconceptos que el alma del observador dicta a voz en cuello de forma naturalmente dañina. Esta observación llevada a cabo en la arquitectura determina que existe en los edificios una vida interior, una vida energética que se fundamenta en el aura de la edificación; una energía propia que embebe a los usuarios de aquel y que se deja ver en la empatía manifiesta hacia sus componentes estructurales, superestructurales, de instalaciones, de flujos. Muy común es que las personas tilden a un edificio de bonito o feo, pero también mucho más perverso de invivible o de magnífico. Claro que estos hechos no resultan tan solo de preguntar, sino de la observación de eventos inconfundibles como la apropiación dichosa de una casa bien mantenida en donde abundan los beneficios y la salud o la degradante vida en una ratonera sucia que se cae a pedazos por el maltrato o la denigración de sus elementos; cosas muy extrañamente parecidas a lo que le ocurre a una persona a un ser vivo cuando es aceptado o repelido. Ventanas rotas, paredes mohosas, olores extraños y confusión no son sino muestras de que existen a parte de las consabidas cuestiones formales, funcionales y tecnológicas un entramado flujo de emociones, pensamientos, voluntades y anhelos que se manifiestan o se interrumpen en una edificación.
Cuando a una persona le llenan sus congéneres de pensamientos maravillosos, esta incrementa su aura energética y al contrario, cuando la vituperan su aura interna se reduce, su energía pierde fuerza, la fuerza de vida que el colectivo entrega. En el primer caso la persona es reluciente, buen semblante, adecuada presencia y lúcido comportamiento. En el segundo caso la persona tiende a esuciarse a desgarbarse y a contemplarse a sí mismo en menos. Hagamos un símil con una edificación, con un espacio público. Una edificación saludable y hermosa tiene la capacidad de levantar la moral de todo un sector, una ciudad, un país. De igual manera edificios de interés social hechos con la delicadeza de un toro y la sapiencia de un necio, convierten hermosas praderas en sitios de guerra y combate. Las edificaciones tienen vida energética y su manifestación una importancia que trasciende fronteras. Una edificación sana, puede sanar un colectivo. Un edificación enferma puede destruir toda una comunidad. No depende de las personas. Las personas viven en él. Las personas reciben de él energía. recordemos el antiguo Egipto en donde se conservaban los cuerpos de la faraones ubicándolos en el baricentro de las grandiosas pirámides. Un edifico transmite energía. Esta vivo.

En ARQUITECTURA ENERGETICA CONSCIENTE se toma el conocimiento para lograr la sanidad de las edificaciones y los lugares a través de tres entradas de tres vórtices que son la arquitectura académica-profesional que mira los eventos edilicios desde la óptica de lo creativo-técnico-profesional para establecer los componentes metacognitivos-geométricos-dispocionales-morfológicos-concretos-tecnológicos-sensibles-valorativos; la ciencia de la medida energética para establecer las condiciones de sanidad o enfermedad del hecho arquitectónico-urbano a través de determinar sus condiciones de aura-salud; y la milenaria sabiduría esotérica gnóstica que canaliza el rigor de la observación dirigida y la intuición para concienciar lo conocido.

Esta ARQUITECTURA ENERGETICA CONSCIENTE tiene tres principios:
  1. Todo edificio es un ser viviente.
  2. Toda ciudad es la extensión del edificio.
  3. Todo edificio es susceptible de enfermar y ser sanado.


LOS TRES PRINCIPIOS

TODO EDIFICIO ES UN SER VIVIENTE
  • Ya que, es habitable y se deja hacerlo por cuanto tiene energía que se manifiesta en su aura interna y es susceptible de ser medida por el observador experto.
  • Ya que, es influenciado directa e indirectamente por las energías emanadas del planeta Tierra, a decir ocho: actividad-desarrollo-crecimiento-movimiento-limpieza-excreción-inhibición-productividad.
  • Ya que, influye en los usuarios como influyen las pirámides a través de su baricentro.
  • Ya que, su vida tiene la misma condición de nacer-crecer-repoducirse-morir como cualquier otro ser vivo.
  • Ya que, tiene una corporeidad física que es visible; tiene cuerpos etéricos que son el conjunto de sus relaciones con el entorno, los usuarios; tiene cuerpos de vida que son los que enfrentan el flujo terrestre; tiene cuerpos internos: Emocional, Mental, Causal o Volitivo, Espiritual; ya que inspira, cobija, advierte y desata para sí las emociones, pensamientos, quereres, anhelos que los seres humanos lo expresan en sensibilidad, juicios, vocación y vivencia.
  • Ya que, es susceptible de modificar su materialidad según la empatía que causa. Un edificio, una ciudad son como es el trato que reciben de sus usuarios.
  • Ya que tiene la capacidad de cambiar el entorno edificado y humano; lo que se demuestra sencillamente en la plusvalía y en la apropiación humana de sí.

TODA CIUDAD ES LA EXTENSION DEL EDIFICIO

  • Ya que, una ciudad se hace por la presencia de cada nuevo edificio en un nuevo emplazamiento y su esencia es lo que ellos son en esencia.
  • Ya que, la ciudad es la suma de edificios y elementos construidos que la influyen de manera puntual y definitiva.
  • Ya que, un edificio influye rápida y directamente en la ciudad. Un edificio sano se emula rápidamente y genera inmediatamente mejoras en la ciudad, el sector, el país.  Una ciudad podrá cambiar sus normas, sus usos, pero jamás logrará hacer con ello que los edificios se sanen y sean empáticos en sí.
  • Ya que, un individuo construido en conciencia por expansión de su influencia, permitirá a una sector llegar al punto de "masa crítica", cuya matemática cambiará a todo la urbe.
  • Ya que, una ciudad no puede cambiar por sí sola. Puede crecer, cambiar de lugar, pero, si en lo nuevo se construye a la vieja ultranza, nada cambiará, el derrotero será el mismo. Un edificio sano puede cambiar una ciudad milenaria al poco tiempo de construido o restaurado.
  • Ya que, un edificio o ente construido se vuelve en un vórtice de generación energética negativa o positiva para el barrio, la comuna, el pueblo, la ciudad. Esto ocurre por el planeamiento energético que induce o aprovecha la energía de un lugar.
  • Ya que, la suma de vórtices beneficiosos necesariamente se convertirá en una red de salud como la luz que difunde una luminaria y su conjunto al llegar la noche; o como un local de productos orgánicos, un gimnasio, una cancha deportiva, una rambla peatonal cuya materialidad funcional y de servicio son capaces de entregar sanidad y pueden hacer que una ciudad industrial dañina, por ejemplo, se convierta en un templo de sanidad y alegría.
  • Ya que, la ciudad logra su expresión común por la suma de expresiones individuales en plazas, calles y edificios. Una ciudad sana es la reunión de elementos sanos. Una ciudad enferma será la suma de edificios enfermos y dañinos.


TODO EDIFICIO ES SUSCEPTIBLE DE ENFERMAR Y SER SANADO




  • Ya que, un edificio o cualquier otro elemento construido tiene circuitos, conductos, canales, meridianos, chakras, conexiones que permiten el flujo de corrientes energéticas vitales, etéricas, emocionales, mentales, volitivas, espirituales y otras cuya abundancia o insuficiencia natural o impuesta logran la habitabilidad excelsa o la denigración catastrófica.
  • Ya que, usando procesos de medición energética, observación directa e indagación conceptual dirigida se puede determinar causas de enfermedad, falencia, interrupción, taponamiento, bloqueo, procediendo a sanar su contraparte física, etérica e interna, y sus orígenes energéticos; con la creación de nuevos componentes y nuevos flujos energéticos que redundan en el cambio de estructuras moleculares creando estabilidad y solidez a todo nivel.
  • Ya que, las edificaciones son emplazadas según las determinantes urbanas, el gusto de los usuarios y otras determinantes y condicionantes que le disponen con una orientación a favor y muy generalmente en contra de los flujos terrestres adecuados para cada función.
  • Ya que, las edificaciones pueden ser construidas sobre vórtices energéticos terrestres beneficiosos o dañinos sin que medie conocimiento alguno de tales.
  • Ya que, al ser las edificaciones empáticas con el ser humano están también dispuestas a los influjos que las personas pueden ejercer sobre ellas con sus emociones, pensamientos, actitudes y acciones a favor o en contra de ellas.
  • Ya que, al depender un edificio o un elemento urbano en su cristalización, concepción, diseño, materialización, de la capacidad y conocimiento del proyectista y del constructor, está expuesto a falencias energéticas en el diseño y en el uso de materiales de su construcción y por tanto en su desarrollo posterior de servicio.
  • Ya que, es posible, sabiendo cómo hacerlo, el tomar el conocimiento posterior de una obra, antes de que ella misma sea materializada en cualquier nivel.

Atentamente
Erick Bojorque Pazmiño

sábado, 18 de julio de 2015

TRES PUNTOS...Hablando del caos vehicular en ciudades.









Cuando los gobiernos locales intervienen en el ámbito urbano con proyectos de transportación pública, deben tener en consideración ciertos argumentos que son válidos desde la lógica de la movilidad humana; una lógica sin lógica que es producto de la creatividad de cada conductor, de cada peatón; una  sin lógica que genera comportamientos que de ninguna manera podrían ser considerados como la expresión matemática de una ley natural y por tanto imposible de definirse como ciencia como. Haría mal el interventor en pensar que el colectivo y su movilidad puedan encuadrarse dentro de una fórmula de cometido. Cada esfuerzo demuestra que la movilidad del ser humano puede ser explicada pero no comprendida de antemano. Una ciudad no se hace de la noche a la mañana y cada persona ha tenido que ir creando una consciencia ciudadana que lo ayuda a sobrevivir en el conglomerado de seres humanos rodeados de concreto, asfalto, vehículos. Su movilidad depende de su creatividad a priori. Cada mañana el ciudadano vive una estrategia que ha planificado durante años que le permite dirigirse de un lugar a otro. Esto no responde a un programa estatal o municipal, depende de su experiencia y lógica de pensamiento particular. Una persona muy inteligente encontrará mejores medios y rutas que otras.

Aún a sabiendas de esto o pese a la ignorancia en ello, los planificadores insisten en mejorar el transporte público, sin tener en consideración aquella creatividad sin lógica del ciudadano.
Si se crean líneas de transportación como autopistas, tranvías, metros se consigue en un inicio flujos libres de atasco. Es claro esto pues los ciudadanos mantienen sus estrategias de movilidad hasta que se deciden a cambiarlas. Esto sucede por una eficiente publicidad, por mejoras en los costos y/o en los tiempos. Si el ciudadano común se ajusta al nuevo instrumento de transportación lo hace al mismo tiempo que muchos de sus pares. Esto puede ser lentamente o vertiginosamente. En ambos casos llega un momento en que el sistema colapsa como fácilmente se puede apreciar en las grandes urbes, que aunque dotadas de sendos dispositivos de movilidad pública, siempre están por servir a menos de los que requieren su prestancia. Esto es porque cuando el medio es eficiente, más personas lo usan. No solamente aquellos que lo requerían sino todos los demás que planearon su estrategia de movilidad a partir del nuevo elemento.

Si hablamos de los conductores de vehículos, muy a pesar de los facilitadores urbanos de movilidad, muy difícilmente dejarán su estrategia individual por una colectiva, ya que siempre la suya será una mejor opción, cueste lo que cueste. Será cosa de milagro que el ejecutivo, el empresario, el profesional,  dejen tal servicio para acomodarse a una nueva versión de transporte que implica erogar dinero en el acto, caminar con los bultos y mantener tiempos de espera que se vuelven cada vez mayores. No, sin duda prefieren seguir cómodamente asistidos por su vehículo. Esto se puede ver claramente en las urbes con transportación pública que igual ven sus calles atestadas de autos.
Este atestamiento de coches en calles y avenidas tiene muchas razones pendientes de estudio, pero entre algunas de ellas se encuentra la jerarquización vial, aquella propuesta neoliberal que lleva el flujo de autos hacia grandes avenidas arteriales y autopistas en donde por más que se tengan muchos carriles de circulación, siempre, a la larga o a la corta se termina en congestión y atascos. Este detalle de convivencia urbana es definitivamente contraproducente para con la sanidad pública y un derroche de infraestructura física en vías alternas colectoras y locales,  que en dichos casos de congestionamiento, se encuentran siempre en desuso. Lástima da ver como las grandes avenidas se inundan de autos en las horas pico, mientras justamente al lado estas vías alternas permanecen vacías y sin uso. Este flujo de coches hacia las ciudades se ve incrementado por el ancho de estas vías jerarquizadas, no por su capacidad en sí, sino porque además en un principio el conductor se ve trasladado rápidamente a su destino. En un principio, lo que atrae a más conductores que caso contrario estarían en casa o en sus trabajos.

Otro elemento que permite que las personas usen sus coches y congestionen la ciudad es la posibilidad de encontrar fácil parqueo para su bien mueble. Claro, que muchas políticas urbanas sin profundidad en su análisis generan leyes y normas urbanas que exigen parqueos en edificios, comercios y oficinas permitiendo que los conductores tengan donde alojar sus coches mientras permanecen en la ciudad. Esto es beneficioso para los conductores y para los propietarios de parqueaderos, no para la urbe. Mientras los autos están guardados, las calles permanecen  limpias, pero al desalojar la ciudad en horas de movimiento, todo se congestiona y se colapsa.
Por lo expresado es importante tener presente tres aspectos muy importantes que deben acompañar las intervenciones urbanas de transportación masiva.

El primero es, mientras se materializa el proyecto de transportación pública, se debe planificar el disminuir el ancho de las vías en general, eliminando de hecho la tan dañina jerarquización vial y creando mejor rutas de circulación, las cuales son generalmente dadas por la experiencia colectiva de los conductores y cuya definición es producto de la simple observación técnica. Esto también va acompañado de  la utilización de dobles vías para evitar que los vehículos se enfrasquen en lugares de cruce. Muy normal sería que un planificador urbano ponga “el grito en el cielo” con respecto a esto pues de esta manera se rompe completamente el discurso de organización del conglomerado humano, lo que como dijimos al inicio no se puede considerar como ciencia y el tratar de hacerlo produce neurosis en el investigador e histeria en los ciudadanos, ya que se trata de someter a leyes humanas un comportamiento incomprendido e ilógico.

 El segundo punto, es el crear normas que disminuyan los parqueos en las urbes. Esto evitará que las personas consideren que van a tener facilidad en la ciudad para dejar su auto y eviten llevarlo para allá sometiéndose inteligentemente a la transportación pública o alternativa. Otras normas regularán el incremento de coches particulares, impidiendo que en los edificios y en las viviendas se brinden parqueos en sí mismos, lo que menguará la conveniencia particular de comprar un auto propio aunque se viva en el centro urbano. Se debe disminuir la cantidad de parqueos exigidos en edificios, comercios y oficinas y controlar el número de edificios para parqueaderos.

Esto debe, en un tercer punto, estar apoyado, por eficientes conexiones entre rutas  de transportación pública; y por la creación masiva de vías de circulación de transporte no contaminante como son aquellas para las bicicletas, patinetas y otros. No hace falta decir el impacto en la salubridad pública que esto tendría. Además para evitar que en las noches la urbe sea un problema de seguridad para las personas que usen este tipo de transportación, ha de normarse también el uso del suelo en el que se especifique que se incluya un porcentaje adecuado de viviendas en las plantas bajas y hacia las calles de los edificios que generalmente en el mundo occidental, ocupan para comercios y oficinas dichos niveles, creando sectores lúgubres cuando cierran sus puertas al terminar la hora laboral.


Atentamente
Erick Bojorque Pazmiño.


viernes, 10 de julio de 2015

¿El arquitecto..un investigador social?

PROPUESTAS DE PARASITIOS ARQUITECTONICOS POR PALAFITOS.

Definitivamente no.

La preparación de un arquitecto tiene otras condiciones muy particulares asociadas con la profesión de crear y construir.

Si pudiera hacerlo, como no, en el caso que la excepción dicte, ya que la mente de un arquitecto es capaz de ello y mucho más profundo que un profano, pero la lógica de la formación, de la instrucción y del cometido sincero de cumplir con las necesidades manifiestas, lo impide.

Un arquitecto se forma diagnosticando y programando necesidades. No se detiene a pensar el profesional sobre el logos de aquellas necesidades ni sobre si son o no una imposición familiar, cultural, académica. No, simplemente el arquitecto toma dicha acepción y la convierte en un evento cristalino tridimensional para ser usado.

Si a un arquitecto le piden que diseñe sobre el agua, que realice un palafito, es más que seguro que lo obtenido sea una genialidad que asombre a muchos y en especial a los que sirve, pero jamás se entendería si el arquitecto tomara las necesidades de su cliente y las convirtiera en objeto de estudio por sí mismas. No. Claro que no. La razón misma de su profesión le impide sino diseñar y dar cabida a las necesidades planteadas, más no a saber si ellas son necesidades en sí o son meras especulaciones del inconsciente del o los proponentes, si nacen de una verdad o son manipulaciones o imposiciones. Aún así se da el caso en el que poco informados y muy avezados clientes o promotores o ensalzados instructores o ministros, hacen las preguntas de paquete que buscan comprometer en la investigación extra curricular al arquitecto. Preguntas sencillas y muy de peso como: ¿Será bueno para el mercado este edificio? ¿Tendremos clientela? ¿Me convendrá el sector?; o mucho más utópicas como:  ¿este proyecto ayudará al problema habitacional? ¿Piensa usted que es adecuado para la comunidad esta idea que tenemos?

Un arquitecto que se precie de serlo no puede caer en la "investigación a vuelo de pájaro" en la  que las antes preguntas mencionadas lo enredan. Para cada una de ellas existe un especialista cuya opinión puede dar al traste con el emprendimiento, pero esa no es la tarea del arquitecto. Tal vez un arquitecto, como cualquier otro ser humano, más bien lleve "el agua para su molino" y mantenga la boca cerrada al respecto. Depende.

Un proyecto de intervención etnográfica en donde aparece un arquitecto ha de tener completamente la dirección de un antropólogo. Un proyecto social en donde se materializaran obras construidas, deberá en su liderazgo mantener a un trabajador social. No sería adecuado ni prudente ver a un arquitecto, por genial que sea, dando ideas sobre la aplicación de una necesidad nacida de la simple observación.

En esto nos detenemos, pues mucho se habla de proyectos arquitectónicos que fomentan el uso de tradiciones vernáculas de construcción, refiriéndonos específicamente a las palafitos en el litoral latinoamericano.

El litoral es necesariamente una zona inundable, una zona que en ciertas épocas del año por bendición de la naturaleza yace bajo el agua lo que le da las condiciones de ejido y de abundante paraíso. Claro, la necesidad de vivir "obligaba" a los usuarios, nativos o no, a construir sobre pilotes para evitar daños en sus pertenencias mientras las temporadas invernales anegaban las planicies.

Eso era en un tiempo pretérito. Ahora, querer sobre una necesidad sin análisis profundo, elaborar planes de intervención arquitectónica resulta a todas luces alejado de un entendimiento somero, por lo menos, de la exégesis de los orígenes de la necesidad de palafitos. Es totalmente equivocado partir de una realidad producto de necesidades ancestrales desconocidas en todas sus dimensiones para solventar situaciones actuales.

En Ecuador, por ejemplo, el gobierno nacional ha emprendido campañas y proyectos muy interesantes acerca de estos eventos naturales. Primero se recomienda a los gobiernos locales que no construyan ni permitan edificar a sus ciudadanos en zonas inundables. De hecho esto es una visión muy acertada y lógica que elimina de facto las poco acertadas ideas de que hay que planificar para los que tienden a vivir inundados. Una segunda intervención es con proyectos macros de control de inundaciones. Grandes piscinas artificiales ahora recogen el agua extra en las temporadas invernales para usarlas de manera controlada y racional. Es decir se vive en plataformas.

Así tomado el toro por los cuernos, aquellos habitantes cuya vivienda estaba sobre pilotes, transforma ese espacio, antes para que el agua fluyera libremente, es espacios habitables.

Realmente un arquitecto hace imprudencias al tratar de intervenir con propuestas que, claro esta, destacan valores de vida, pero que no son más que meros impulsos de pseudo conservación.

Resulta bonito para un hombre urbano ver pequeñas urbes sobre el agua. Pero, ¿se han preguntado alguna vez si a estas personas realmente les agrada vivir así?. Una cosa es el ver y otra el sentir.

De igual manera podríamos hablar de los materiales de uso ancestral.

La visión turística que envuelve al planeta en la actualidad quiere empañar los espejuelos de la verdadera observación. La guadua, por ejemplo, es un material hermoso, un material ecológico, con la versatilidad requerida para solventar cualquier requerimiento estructural o superestructural, incluso como elemento para vertedero. Pero les invito a vivir en una casa "tipo cabaña" construida con este material en temporada invernal rodeado de mosquitos y de calor. Ahí, la visión turística de efecto placebo, con respecto a las cabañas de ensoñador paraíso, desaparece.

Muchos dirán, pero existen comunidades que quieren vivir así en virtud de su ancestro y cultura. Muchos quieren que así suceda. Muchos, que se encuentran comodamente sentados en sus casas con aire acondicionado e internet. Entonces, vale la pena preguntarse si aquella necesidad es una verdad intrínseca de la comunidad o simplemente la proyección de imposiciones y/o miedos, por ejemplo, a dejar lo conocido; o a múltiples razones que un investigador competente podrá encontrar y definir.

Digamos que el caso se presenta y que se debe planificar para un colectivo de 200 personas en palafitos en una zona remota. Digamos que así lo quieren. Sería completamente indeseable no dotar de por lo menos los requerimientos mínimos tecnológicos a aquellos. Claro que dadas las condiciones que vivimos, estos requerimientos tecnológicos, se introducirían solos a través del uso del celular y de la Internet. Al final la comunidad necesariamente va a inclinarse hacia lo que somos en occidente y la rusticidad de los materiales será cambiada por concreto y ladrillo. Haría falta una plena intervención social para evitar que esto ocurriera, obviamente a sabiendas que el catalizador de ello son los jóvenes quienes dirán si una intención a de continuar o no. Configurar amalgamas de actualidad-ancestro es una bonita utopía del que quiere un paraíso que la Tierra a dejado de ser. Vivimos la época del arrasamiento, una época en donde el verde domina el paisaje, un verde que no es sino los arbustos sobreviviendo. Ya lejos han quedado las praderas de flores de colore, los bosques de árboles deliciosos. Solamente vivimos la belleza natural de las macetas. La belleza a quedado reducida en ésta época, a la decoración y al adorno.

Pienso que un arquitecto a priori no es un investigador social y que proyectos o concursos como por ejemplos aquellos de "viviendas sociales palafíticas" que resultan de ponderar necesidades poco estudiadas se convierten en ideas descabezadas; claro, bonitas, bien bonitas..!





PALAFITO RURAL EN LA PROVINCIA DE LOS RIOS.
LITORAL ECUATORIANO


INTERVENCION CONTRA INUNDACIONES EN PLATAFORMA QUE ENCIERRA LAS AGUAS Y EVITA LA DESTRUCCION POR INUNDACIONES. SE RACIONALIZA EL USO DEL AGUA.
EL PALAFITO ES INNECESARIO.


LOS ESPACIOS ENTRE PILOTES QUE LEVANTABAN LAS VIVIENDAS RURALES SE CONVIERTEN EN BODEGAS EN UN PRIMER MOMENTO.


EN UN SEGUNDO MEMENTO SE CONVIERTEN EN ESPACIOS PLENOS Y HABITABLES.




HACER PROYECTOS ARQUITECTONICOS QUE DESTACAN LOS PALAFITOS, CON NUEVOS CONCEPTOS Y RE-INTERPRETACIONES, ES UNA MUESTRA DE POCA PROFUNDIDAD EN EL ANALISIS DE LAS NECESIDADES SOCIALES.
UN ARQUITECTO NO DEBE SENTIRSE UN INVESTIGADOR SOCIAL.


Atentamente
Erick Bojorque Pazmiño

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