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sábado, 15 de noviembre de 2014

Sala y Comedor: La Función Disfuncional.







La máquina desempeñó un papel fundamental en el advenimiento de la sociedad moderna.
La función, el funcionamiento, la operatividad y la taylorización convirtieron a la sociedad en masa, en un mecanismo de producción.
La vivienda no estuvo exenta de tal aventura mecánica.
Como siempre en la historia, la nueva tecnología debía materializarse también en el seno de una naciente familia, la familia nuclear.
La tecnología era la organización, la producción.
Entonces la familia debía tener un padre, una madre, hijos "producto" de su amor, un perro, un auto y una casa, todo claro, bajo los nacientes esquemas de endeudamiento colectivo, el sueño americano.
Los arquitectos modernos, los funcionalistas, los racionalistas, idearon la obsolescencia estricta de la máquina expresada  en cuanto tiene que ver con aquello de que la "forma ha de seguir a la función" y que debería existir un mínimo de desperdicio temporal y espacial en el "menos es más".
El "modulor" se encargó de estrechar los procesos de diseño y aquellos constructivos en supuestos parámetros de estandarización.
La máquina era el destino, la máquina era el alfa y omega del desarrollo tecnológico.
Una vivienda contenía entonces sala, comedor, cocina, lavandería, escalera, dormitorios y baños en una estructura muy organizada.
Lo interesante era una correcta función entre los espacios que condensaban lo que se supone era el "mínimo" contenido espacial para aquella familia nuclear.
No interesaba para nada la humanidad, interesaba la función de la familia y de su vivienda.
La producción, lo moderno era el paradigma.
Las cosas han cambiado y sorprende que las palabras moderno, modernización sigan en la palestra arquitectónica, social, política.
Hemos saltado varios escalones históricos y vivimos una época posterior a la posmodernidad.
Muchas ciudades se quedaron en la época moderna, incluso aspiran a serlo. Emprenden sendos esquemas de jerarquización vial donde lo que interesa es la máquina, el vehículo sea auto, bicicleta, tranvía.
Sus edificios mantienen los esquemas funcionalistas y poco tienen que mostrar sobre las actuales relaciones de convivencia.
Con ello llegamos al tema en sí que nos ha dispuesto en estos lares.
Dentro de la vivienda en lo contemporáneo salen sobrando la sala y el comedor.
Espacios que poco o nada se viven ya en las familias posmodernas y pos-posmodernas.
No existe ya esa familia nuclear. Ahora las familias son conformadas por una mujer, un nieto, un tío y su esposa, por ejemplo; por un padre, su esposa y sus dos hijos casados con el hijo de un amigo que estudia en la ciudad, como otro ejemplo. Las constantes migraciones, los conflictos personales y la falta de conciencia en el ser humano, han creado nuevas relaciones. Serán buenas, serán malas, eso de otro cantar también sesgado.
La sala para recibir visitas se transformó en el espacio para "presentar" la nueva tecnología, la televisión de alta definición. La tecnología cambia, la historia no.
En ésta época no interesa la función, interesa mostrar que se está al día.
Los amigos ya no llegan para sentarse educadamente a conversar. No. Llegan a ver la nueva adquisición y de pronto ver una película y jugar en ella. No existe el sentido de sala, tal vez el de "estar de televisión".
De igual manera el comedor.
En la modernidad los espacios definían la tecnología, el funcionamiento era "la alta definición".
Ahora, ya no se habla de la "señora de la casa y la empleada" y quién tenga a cargo la cocina, la quiere con dispositivos que "muestren" la alta tecnología en ellos, la marca que ostentan. Ya no se diferencia la actividad de cocinar y comer. Las dos conviven en un mismo instante y hasta se combinan con el estar de tv. ¿Para que llevar tan lejos los alimentos de la diversión? El comedor sale sobrando y es reemplazado por la mesa de diario.
Los espacios se reducen en número, no en metros cuadrados.
El arquitecto debe mantener su estatus de visionario y comprender y adaptarse a estos importantes cambios. Conciencia es vivir en plenitud.

Atentamente
Erick Bojorque



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